Cuando Marvel comenzó con su proyecto “Iniciativa Vengador”
nunca pensaron que crearían una avalancha de fans de todas las edades. Por eso cuando llegan “Los Vengadores” (The
Avengers) la tercera parte de Iron Man se convirtió en un reto, y no porque debía
superar a “Los Vengadores” sino más bien porque debía estar a la altura de
dicha película y dejar más interés en el espectador para las siguientes
entregas. Basado en la saga argumental del comic llamado "Extremis", "Iron Man 3", para sorpresa de muchos, este se acerca a la
primera la cual nos conquistó fuertemente con un Tony Stark (interpretado por
un Robert Downey Jr. muy agradable) muy centrado en sí mismo, como lo habíamos extrañado
en la 2da. Carismático, cínico, sarcástico
y muy egocéntrico, este superhéroe nos amarara desde el principio, pero ojo,
que aunque Robert D. Jr. no aporta nada nuevo en el cine debemos entender que
es necesario dejarlo descansar para que no parezca una especie de caricatura de
sí mismo. Para no tener que verlo repetir
el papel una y otra y otra vez en todas sus películas, como es el caso de
Jhonny Deep y sus personajes.
El Mandarín es el único personaje que ya acabada la película
recordaras e incluso por varias horas (para no decir “días”). Lo que buscan con el villano se consigue, ya
que es un villano que se destaca y está totalmente a la altura del héroe, pero
que de vez en cuando sientes que está un poco fuerte para nuestro
protagonistas. Ben Kingsley le da ese
toque que se espera y no nos defrauda.
La Paltrow luce genial mientras que Guy Pearce como siempre es magnífico
y se adentra demasiado, haciendo que en ocasiones nos centremos más en el mismo
que en los demás personajes.
Un grandísimo punto a favor es la historia. Aquí si es más creíble el motivo del villano
y el porqué de sus actos, porque siendo sinceros, ese Wishplash de la segunda
entrega me dejo tan vacío como los robots de H.A.M.M.E.R. por dentro.
La acción es genial.
Esa escena del avión, o la escena de pelea en el pueblo. Pero como no todo en la vida es bueno, el
guion tiene ciertas lagunas que nos recuerdan a un The Dark Knight Rises a todo
volumen, y es que no nos dejan claro un grupo de situaciones que en las dos
partes se hacen eco de ellas y aquí las olvidan como si nada. Momentos en que se necesita de verdad que
sean claros y objetivos, porque se siente que se pierde fuerza argumental,
porque el ritmo dela película no aburre ni en lo más mínimo (Shane Black es un
acierto de marca mayor, porque después de su debut en “Kiss Kiss Bang Bang” el
cual comparte casualmente con Robert D. Jr. nuevamente, esta queda registrada
no como la mejor película de Marvel, pero una de las mejores) y nos da la sensación
de que las dos horas y diez minutos se van volando. Hay que aclarar también el humor negro que se
utiliza, el cual es un súper punto a favor, porque es un humor característico del
personaje y que en tanto no aburre para nada ni se encuentra exagerado.